Primero llegar

Primero llegar, antes de nada. Sacudirse la comodidad, los viejos hábitos y la mediocridad que le invade a uno y se le pega como sin querer. Llegar y entender donde estás y con quién compartes esfuerzos y más cosas y lo que no son cosas. No intentar entender nada porque todavía es pronto y todo se percibe con la mente que uno trae de fuera y que quiere simplificarlo todo en blanco y negro, bueno y malo, todo bien encasilladito, que es como nos gusta para que no se escape nada.

Pues bien: primero llegar en cuerpo, que eso es fácil, lo del alma (por así llamarlo) cuesta más, claro, sobre todo porque no venimos entrenados. Entender lo que India puede enseñarnos, la India de Bihar y la India rural está fuera de nuestro alcance, al menos del mío, a menos que uno quiera dar el brazo y el propio entendimiento a torcer. Ademas la India no se va a parar para que tú o yo la entendamos, así que ahí esta el reto.

Por mi parte estoy preparando una estrategia, nada rígida claro, pero por algo hay que empezar. Un cuidadoso plan, con los pies en la tierra, la mente abierta y el corazón por descubrir. Para abrir la mente, la mía digo, nada mejor que haberme dado cuenta de la rigidez de sus juicios y la limitación para aceptar otros razonamientos. Para ir ganando en flexibilidad he leído que es conveniente poner la atención en la respiración, por algún extraño prodigio es difícil no salir del torrente de pensamientos y dialogo interno cuando uno pone toda su atención en la respiración, así que de este modo uno se pone en una verdadera disposición para escuchar, que en mi plan lo he puesto en mayúsculas.

He notado en estos mis primeros pasos que el que me habla encuentra el espacio suficiente para expresarse, aunque esto por sí solo no es gran cosa; para ellos si parece serlo, cosa que ha llegado a gustarme pero antes de hincharme vuelvo a respirar, me permite ir llegando, a ir entendiendo y a ganar elasticidad.